Nos conocimos en un momento de quiebre de nuestras vidas, el adecuado para integrar lo aprendido en el matrimonio anterior.
Cada uno tenía sus hijos y estaba buscando un nuevo rumbo.
Desde que empezamos nuestra relación no había divisiones. Todo lo vivimos juntos, lo agotamos juntos.
Aunque en la superficie parecemos muy distintos, hay un deseo y un respeto por la vida que nos hace UNO.