Cuando tratamos de entender las relaciones, a menudo se propone la idea de que éstas pasan por “etapas”, definidas como períodos o fases específicas en su desarrollo. Sin embargo, esta perspectiva limita la verdadera naturaleza de las relaciones, que, al igual que los eventos de la vida, no son siempre lineales. Por ello, en la University of Consciousness preferimos hablar de los “momentos” y “escenarios” que atraviesa una relación en lugar de referirnos a las tradicionales etapas de una relación.
ETAPAS DE UNA RELACIÓN
¿Una relación tiene etapas?
Entendemos un “momento” como un evento significativo que atraviesa una relación, transformando a menudo las circunstancias anteriores de la pareja y desencadenando emociones. Por ejemplo, consideramos como “momentos” la boda, la luna de miel, el nacimiento de un hijo, o el fallecimiento de un padre (quien era sostén económico), entre otros. Estos eventos especiales pueden cambiar las dinámicas de la relación y marcar la transición entre diferentes “escenarios”. Por otro lado, los “escenarios” son conjuntos de circunstancias más o menos estables en el tiempo, que influyen en la forma en que la pareja se relaciona. Ejemplos de “escenarios” incluyen el noviazgo, la convivencia, la paternidad, la enfermedad, la presencia de terceros en casa, entre otros. Un “escenario” puede sobreponerse sobre otro, es decir puedes estar viviendo la paternidad y la enfermedad a la vez, y, en última instancia, es una situación global que influye en la forma en que la pareja se relaciona.
Para una comprensión más completa de la dinámica de una pareja, resulta más enriquecedor hablar en términos de “momentos” y “escenarios”, ya que la perspectiva de etapas tiende a ser demasiado restrictiva para captar la complejidad funcional de las experiencias que atraviesan las parejas.
¿Cuáles son los escenarios más difíciles que puede atravesar una relación?
Como regla general, los escenarios más desafiantes para una relación son aquellos que provocan una transformación profunda en la dinámica de la pareja. Por ejemplo, la convivencia posterior a la boda o la paternidad tras el nacimiento del primer hijo, eventos que suelen estar llenos de alegría y amor, conllevan a nuevos escenarios con cambios significativos en términos económicos, de rutinas y de responsabilidades para la pareja. Estos nuevos escenarios requieren que ambas partes establezcan nuevos compromisos y acuerdos, que, en la nueva cotidianidad puede generar fricciones y detonar reacciones susceptibles de crear conflictos y deteriorar la relación.
¿Cómo soluciono los problemas de mi relación generados por situaciones (escenarios) difíciles?
Para nadie es un secreto que los problemas en las relaciones surgen asociados a una variedad de momentos y escenarios etapas de una relación. Es crucial comprender que estos momentos y escenarios actúan solo como “desencadenantes” y no son la causa fundamental de los problemas en una relación. De la misma manera que una carretera húmeda es un escenario propicio, pero no suficiente para un accidente automovilístico. Si bien los nuevos escenarios introducen dificultades que antes no existían, estas no necesariamente deben conducir a discusiones. En una relación sana, las dificultades rara vez escalan hacia peleas o conflictos. Es importante entender que la aparición de nuevos escenarios y momentos, con sus respectivas dificultades, es algo natural en una relación. Es común encontrar puntos de vista diferentes, desacuerdos y diversas formas de interpretar y actuar ante situaciones entre los miembros de una pareja. Estos desafíos son algo a superar, pero cuando escalan a peleas o problemas, es motivo de alarma y atención inmediata.
La principal razón por la cual una diferencia de criterios o una situación desafiante desencadena en una pelea o conflicto es porque uno (o los dos) está intentando imponer su punto de vista o su propio criterio sobre el otro. Siempre que esto sucede, habrá resistencia por parte de la pareja, y por lo tanto, se crea el conflicto. Pero ¿Es posible solucionar una diferencia sin imponer una opinión frente a la otra persona? Por supuesto que sí, es absolutamente posible llegar a un común acuerdo de manera armónica, pero se nos dificulta porque ni siquiera somos conscientes de las actitudes que nos hacen tratar de imponer nuestra postura al otro, y aun cuando somos conscientes de que tratamos de imponer nuestra postura, no evitamos imponernos porque estamos bajo el efecto de las emociones, y lo único que queremos es “que mi pareja entienda” que tenemos la razón. Sigue leyendo y comprende cuales son los dos grandes mitos que debes descartar si lo que quieres es superar una situación difícil en tu relación sin deteriorarla.
Mito 1: “Las peleas son normales en cualquier relación”
La noción común es que las peleas son una parte normal de cualquier relación. Pero esto, está lejos de ser normal. La verdad es que los conflictos y las peleas son consecuencia de una relación que va en deterioro, son percibidas normales solo en una relación que no es saludable. Si lo que buscamos en superar sanamente una situación no será de utilidad querer transformar a cualquier costo la situación externa (escenario) que la desencadenó, pues terminaremos deteriorando nuestra relación en el proceso y eso es tan útil como quemar a un perro buscando matar las pulgas que lo atormentan.
Mito 2: “yo soy capaz de cambiar, manejarlo o hacerlo a mi manera”
Tampoco será suficiente tratar de cambiar nuestras reacciones, actitudes perjudiciales o emociones sin el acompañamiento o tratamiento profesional. A menudo, intentamos ‘cambiar’ como muestra de nuestro compromiso, pero estos esfuerzos superficiales resultarán inequívocamente en un intento vacilante de corta duración, lo que solo generará rechazo en nuestra pareja y una bomba de tiempo emocional en nosotros. Intentar solucionar un problema en la relación sin abordar la raíz es el equivalente emocional a intentar jugar fútbol con un esguince en el tobillo. Esto sigue siendo así, incluso si, a fuerza de voluntad, eres capaz de transformar efectivamente tu comportamiento.
La razón por la que cambiar la forma en que actuamos no funciona radica en que los problemas a nivel de las etapas de una relación son en realidad síntomas superficiales de problemas más profundos a nivel de la programación mental, relacionados con nuestra capacidad emocional para construir relaciones saludables. Al tratar de resolver los problemas de la relación mediante un cambio en nuestro comportamiento, estamos abordando solo los síntomas y no la raíz emocional subyacente. Por lo tanto, el problema continuará manifestándose de diversas maneras, ya que la causa fundamental sigue presente. Esto explica por qué, a pesar de todos los intentos y quizás incluso habiendo superado el escenario que lo desencadenó, la relación sigue deteriorándose. Esta reflexión podría llevarte a la siguiente incógnita: si cambiar mi comportamiento no funciona para solucionar los problemas de las etapas de mi relación, ¿entonces cómo los soluciono?
Es esencial comprender que nuestras reacciones emocionales, comportamientos y acciones no son eventos aislados, sino que forman parte de patrones emocionales y de comportamiento profundamente arraigados en lo que podemos denominar una “programación mental”. Aunque deseemos dejar de sentirnos de cierta manera y cambiar nuestras reacciones y acciones, es necesario abordar y eliminar de raíz la programación subconsciente que subyace a nuestros comportamientos. Es por esto que las personas a menudo encuentran dificultades al intentar modificar su comportamiento en primer lugar, incluso si son plenamente conscientes de que sus conductas son perjudiciales. Esto se debe a que están luchando contra caminos neuronales profundamente arraigados que se han nutrido a lo largo de muchos años y que influyen en cómo manejamos las diferentes etapas de una relación.
En este orden de ideas, para superar sanamente cualquier problema en nuestra relación de pareja es importante que busques apoyo de profesionales que puedan garantizarte transformar el problema de raíz. Es decir, tratarlo desde la programación subconsciente que lo nutre.